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La fe un acto de confianza

La fe un acto de confianza

Seamos honestos. Para muchos, la fe se ha convertido en una lista de "deberías". Ir a misa, rezar el rosario, confesarse, dar limosna... y la lista sigue. 

Nos esforzamos por cumplir, por "ganarnos el cielo", y a veces, en el proceso, perdemos lo más importante: la conexión con el corazón de Dios.

La fe no es una jaula; es un trampolín. No es una carga que llevas a cuestas, sino la fuerza que te impulsa a saltar al vacío sabiendo que hay una red de amor infinito esperándote.

¿Te has sentido alguna vez completamente solo, con el corazón roto y sin saber a dónde ir? ¿Has experimentado la desesperación de una situación que parece no tener salida? Es en esos momentos, no en los de la perfección, donde la fe se revela como lo que realmente es: un salvavidas.

La fe es el susurro que te dice: "No estás solo". Es la paz que te llega en medio de la tormenta, la convicción de que, aunque no entiendas el plan, hay uno. Es la certeza de que tus lágrimas no son ignoradas, de que tu dolor tiene un propósito y de que tu historia, con todas sus imperfecciones, está siendo escrita por el mejor autor.

Así que la próxima vez que te sientas abrumado por las reglas o las expectativas, detente. Cierra los ojos. No pienses en lo que tienes que hacer, sino en quién te ha llamado a ser. La fe es un acto de confianza, un abrazo a lo desconocido, una conversación con el Creador que ya conoce cada uno de tus pensamientos.

La fe no es un dogma que se memoriza; es una relación que se vive. Se nutre de la oración sincera, de la escucha atenta, de la Eucaristía que te fortalece y del servicio que te une a tus hermanos.

No busques la fe en los grandes milagros. Búscala en el suspiro aliviado después de una oración, en el consuelo de una palabra de la Escritura, en el rostro de un extraño que te sonríe. Esos son los pequeños milagros que Dios nos regala cada día.

Si estás cansado de "cumplir", te invito a cambiar la perspectiva. No vivas una fe de obligaciones, vive una fe de oportunidades. Oportunidad de ser amado incondicionalmente, de encontrar paz en el caos, de descubrir tu verdadero propósito y de ser un instrumento de Su amor en el mundo.

¿Estás listo para dejar de ver la fe como una carga y empezar a verla como el mayor regalo que te han dado? La aventura comienza cuando te atreves a confiar.

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